Discurso Final de Carrera.
Cuando me encargaron la tarea de tomar la palabra en esta ocasión, pensé que lo mejor era preparar un discurso breve con cuatro ideas bien claras. Además, lo que es todo un detalle, contaba con un plazo poco razonable para pensar, borrar cuartillas y preparar algo que decirles. Un compañero de trabajo me dio un consejo muy alentador: ?No te preocupes. Haces un discurso a la americana: un chiste al principio, otro al final y nada en medio?.
Debo confesarles que, desde el primer momento la tarea resultó más complicada de lo previsto. Yo creía que, después de haberlo repetido tantas veces en durante la carrera me seria sumamente facil, todo consistía en hacerse un esquema y desarrollarlo después, vestirlo de la mejor manera posible. La dificultad se presentaba desde la primera frase, porque ninguna me parecía adecuada. Así, hice varios intentos, a cada cual más decepcionante. Empecé escribiendo: ?Buenas tardes. Nos hemos reunido aquí para celebrar la despedida de nuestras carreras universitarias...?, pero se parecía peligrosamente a un discurso fúnebre, por lo que rápidamente lo borré (suerte que ahora con la computadora es todo mucho más sencillo).
En definitiva, me vi en la necesidad de aceptar las cosas como eran: no se me ocurría nada que resultara gracioso y tampoco me era ya posible desentenderme del compromiso adquirido, de modo que se imponía dejarse de rodeos y centrarse en el encargo de una vez por todas. Lo cual me llevó a pensar en las dos cuestiones que quiero plantearles en este momento: primero, una breve reflexión (breve de verdad) sobre nuestro paso por La Universidad y, segundo, una mirada al futuro inmediato.
Ya imagino lo que algunos están pensando. En efecto, para terminar es estas dos cuestiones no hacía falta tanto rodeo. Es cierto, resultan casi obligadas en un día como hoy.
Me gustaría, por tanto, recordar la trayectoria que ha conducido hasta este momento, llena de contactos, de descubrimientos, de encuentros, problemas y grandes satisfacciones. Durante estos años en que hemos compartido aulas, compañeros, profesores, trabajos, tareas y problemas hemos procurado no sólo instruirnos en las diferentes materias, sino inculcarnos valores como el amor a la carrera, la curiosidad intelectual, el rigor en los procedimientos, los cuales les aseguro seguro nos serán muy útiles para nuestro futuro.
El escritor Antonio Muñoz Molina, que a menudo se ocupa de educación en sus artículos periodísticos y al que (dicho sea de paso) no podía dejar de citar, subraya la idea de que no puede deslindarse la enseñanza y la vida diciendo: ?El prestigio académico suele atribuirse con preferencia a la universidad donde se establece definitivamente la formación de las personas, y donde se decide para siempre si uno va a ser un ciudadano o un bárbaro. La escuela y el instituto a lo que aspiran es a educar en una imagen ajustada del mundo, a incluir la propia vida y la experiencia en el ámbito de la comunidad cívica, del transcurso del tiempo y de la amplitud de las geografías y de los saberes.?
Con la vehemencia que le caracteriza, Muñoz Molina pone de relieve la idea que quería transmitirles, que durante los años transcurridos en La Universidad han tenido la oportunidad de construirse una imagen propia del mundo y convertirse así en ciudadanos conscientes.
En efecto, los años pasados aprendiendo (y olvidando) multitud de materias no pueden desligarse de nuestro proceso de crecimiento personal, sino que forman una parte importante de él. De este modo, la adquisición de conocimientos, la asimilación de los valores académicos, la interacción con los compañeros y profesores en esta etapa de nuestra vida, constituyen sin duda un factor destacado de nuestra maduración personal.
Me gustaría terminar mirando al futuro. Se abre ante nosotros un panorama lleno de oportunidades, que constituye un verdadero reto personal. Quisiera animarles a encarar los cambios que se avecinan con ilusión, pero también con realismo. Recuerdo ahora un poema de Ángel González que siempre me ha llamado la atención. Se titula ?Porvenir? y en él refleja su autor la falsedad con que a veces nos enfrentamos al futuro. En efecto, el porvenir, esa imagen confusa que tenemos en la cabeza, no vendrá ?como un animal manso a comer en nuestra mano?, como dice el poeta. Al contrario, nos exigirá trabajo, dedicación, aguante, dolores de cabeza y entusiasmo. Las satisfacciones que nos depare nuestro futuro profesional pueden ser numerosas, pero creo que ninguna podrá igualarse a la íntima alegría de la superación personal que hoy cierra una vuelta mas en las manecillas del reloj de nuestras vidas.
Como podrán notar, he acabado el discurso incurriendo en los dos errores que me había propuesto evitar desde el primer momento: me había prometido ser breve y no ponerme trascendental (o aburrido, como dirían algunos), por lo que les pido un disculpa.
Termino ya agradeciendo su presencia en este acto académico y su atención.
Muchas gracias.
Roberto Olea de la Garza
Lic. Sistemas de Computo Administrativa
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