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Desprevenido sin ningún arma que alzar
te hace preso de su mirada
cristalina transparente
te sumerges en su silencio
y gritas por la herida de una flecha
y en la paradoja del momento, bebes por su boca
y te elevas en su cuerpo,
prolongación del tuyo.
Ya eres súbito,
el elixir dónde lla flecha encontro su veneno
ha hecho efecto
Es entonces cuando las estrellas brillan
Los colores cantan
y el mar, como novedad en este libro de la vida
comienza a susurrarte todos los secretos
que en su alma guarda.
Y aquella parte del día
donde la claridad comienza a perder su identidad
se hace con tus palabras
reclama tu susurro
y dicta tu sentencia.
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