Tras el Grammy de 'Buena Vista', Compay entra en la élite de la música mundial por la puerta grande, con nueve discos editados entre 1996 y 2002
Fuente: EFE
La Habana, Cuba (14 julio 2003).- Máximo Francisco Repilado Muñoz nació el 18 de noviembre de 1907 en Siboney (Santiago de Cuba), y adoptó el seudónimo artístico de Compay Segundo a principios de los años 40, cuando formó el dúo "Los Compadres" junto a Lorenzo Hierrezuelo.
Compay quedó como abreviatura del "compadre" utilizado en la región oriental de la isla y Segundo por su tono de barítono, que le obligaba a actuar acompañando a la primera voz.
A pesar de su dilatada carrera, Compay no conoció las mieles del éxito hasta mediados de los 90, cuando participó en "Buena Vista Social Club", un proyecto del guitarrista estadounidense Ry Cooder que incluyó a otras figuras de la música cubana como Elíades Ochoa, Ibrahim Ferrer y Rubén González, y que logró en 1997 un Premio Grammy.
Posteriormente, el cineasta alemán Win Wenders hizo un documental sobre los músicos cubanos que recibió una extraordinaria acogida y consiguió un galardón en los Premios de Cine Europeos, abriéndole definitivamente las puertas de los mercados internacionales.
Hijo de una familia campesina, Compay aprendió los oficios de torcedor de tabaco y barbero para ayudar en su casa, pero esto no le impidió empezar a tocar de "oído" e inventar su propio instrumento, el "armónico", una combinación de la guitarra española y el tres cubano.
Saboreó la bohemia santiaguera de los años 20 y desde muy joven se relacionó con trovadores de la talla de Sindo Garay, Miguel Matamoros y Ñico Saquito.
Pasó por pequeñas agrupaciones y estudiantinas en Santiago y apareció en estaciones radiofónicas comerciales con su armónico antes de llegar a La Habana, de la mano del Quinteto Cuban Stars.
En 1936 ingresó en la Banda de Bomberos de Regla como clarinetista y después pasó al Conjunto Matamoros, donde permaneció durante 12 años y conoció a Benny Moré, el "bárbaro del ritmo".
En 1942, forma "Los Compadres", con el propósito de divulgar la música campesina cubana.
El dúo se rompe en 1955 y deja paso a "Compay Segundo y sus muchachos".
Sin embargo, su carrera se quiebra a partir de 1959 cuando, tras el triunfo de la revolución cubana, llega el olvido y Compay empieza a trabajar en la Fábrica de tabacos H.Upman.
Durante casi 20 años compagina su trabajo en la fábrica con su pasión por la música, hasta que su jubilación, en 1970, le permite volcarse otra vez en el mundo de la trova y el son.
Empezar de nuevo no fue fácil para Compay, que llegó a tocar para los turistas en los hoteles habaneros hasta que en 1989 viajó a Estados Unidos con el Cuarteto Patria, invitado por el Festival de Culturas Tradicionales Americanas.
En 1994 participa en el Primer Encuentro del Son y el Flamenco en Sevilla (España) coincidiendo con la edición de una recopilación de sus éxitos de la mano de Santiago Auseron (Juan Perro) que le facilita la entrada en el mercado español primero y europeo después.
Las giras internacionales se suceden y, en 1996, ficha por Dro Music, de la Warner Records de España, y se hace miembro de la Sociedad de Autores y Editores de ese país.
Tras el Grammy de "Buena Vista", Compay entra en la elite de la música mundial por la puerta grande, con nueve discos editados entre 1996 y 2002 y actuaciones en los más importantes escenarios del mundo, desde el Olympia de París hasta el Carnegie Hall de Nueva York, pasando por la Sala Nervi del Vaticano, donde actuó ante el Papa Juan Pablo II.
Figuras como Charles Aznavour, Cesaria Evora, Antonio Banderas o Pablo Milanés han acompañado a Compay en "Duets", uno de sus últimos discos.
Su pasión por la música y su capacidad creadora le llevaron a escribir "Se secó el arroyito", una pieza de teatro popular cubano inspirada en una guajira compuesta por él mismo hace décadas.
De su talento salieron más de un centenar de composiciones, como Macusa, dedicada a su primera novia adolescente, y Chan-Chan, todo un himno para la canción cubana.
Compay, conocido como el "último trovador" y el "patriarca del son", mantuvo siempre un extraordinario sentido del humor y no permitió que la popularidad le alejara de sus orígenes.
"Hay una palabra que no existe para mí, que es el hastío (...) Nunca estoy aburrido, ni de comer, ni de mujeres ni de nada. Tengo 95 años y, por favor, quiero tener un hijo más. No estoy cansado de la vida", aseguraba en noviembre del pasado año, en su último cumpleaños.
No ha logrado dar otro hermano a sus cinco hijos pero sí ha conseguido su otra gran aspiración: "pasar por el mundo y dejar huella".
"Es muy bonito pasar por el mundo y dejar huella. Hay que luchar por eso, se lo aconsejo a la juventud. No pierdan el tiempo, porque yo no lo he perdido y ya ven....".
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